Y venido a su tierra (Jesús), les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Mateo 13:54-55
Según el testimonio de los evangelios, Jesús nació en Belén y creció en Nazaret; fue criado por José y María, su madre. José le enseñó el oficio de carpintero. Para los habitantes de Nazaret, Jesús era un carpintero, el hijo del carpintero (Marcos 6:3).
A la edad de más o menos 30 años, Jesús empezó a predicar el Evangelio. Sus palabras molestaban a los que tenían el poder religioso, pero las multitudes estaban cautivadas por su mensaje. Sus milagros de curación hacían que todos los enfermos se le acercasen, pero también daban lugar a muchas polémicas, pues para unos era el Mesías anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento, pero para otros era un impostor. Jesús fue crucificado a la edad de 33 años el día de la Pascua de los judíos, tal y como lo había dicho a sus discípulos. Murió para llevar sobre sí la condenación que merecían nuestros pecados. Murió por amor a usted y a mí.
Pero no todo se acabó ahí. Sus discípulos dieron testimonio de su resurrección el primer día de la semana (el domingo), como él lo había anunciado a los suyos, y 40 días más tarde fue llevado al cielo, junto a Dios.
Ahora está vivo y podemos conocerlo. ¡Todavía hoy multitudes de cristianos en el mundo entero dan testimonio de ello!
Jesús aún quiere darse a conocer como un Salvador, un amigo, el Señor de nuestra vida, como Aquel que vive eternamente, “el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16).
