La perfecta simpatía de Cristo

Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.(Mateo 8:16-17)

 


Simpatizar con alguien es compartir sus sufrimientos. Esto hizo el Señor Jesús a lo largo de su vida con todos aquellos a quienes encontraba. Está simpatía nos hace penetrar en la intimidad de su corazón lleno de ternura. Los dolores y las miserias humanas nunca le dejaban insensible.

Era imposible que sus perfectos sentimientos no se compadeciera antes las miserias del pecado lego a la posteridad de Adam. El que había venido del cielo, animado por una perfecta simpatía descendió los más profundos abismos del sufrimiento.

Además, era capaz de considerar el padecimiento y sus causas exactamente según su naturaleza y su grado en la presencia de Dios. Cristo sintió como nadie podía sentir. Sus sentimientos, sus efectos y su sensibilidad eran perfectos, por eso, ningún hombre puede decir, ni aún concebir, lo que Jesús sufrió al atravesar un mundo como el nuestro.

El veía la humanidad entera luchando bajo la esclavitud del pecado y el abrumador peso de su culpabilidad veía la creación gimiendo bajo el yugo de un amo despiadado, las lágrimas de las viudas no era no escapan a su mirada, la enfermedad y la muerte le hacían estremecer en espíritu, su simpatía superó todas inteligencia humana.

Con perfecta simpatía tomo nuestras enfermedades, y llevo nuestras dolencias. esto se lo podía hacerlo el hombre perfecto.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.  Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.(Isaías 53:4-5)