Depresión
La depresión ha ido en aumento, incluso entre los cristianos, por lo que ¿cómo pueden los creyentes luchar contra la depresión cuando su ellos? El trastorno depresivo (o depresión) es muy común en el mundo y empeora año tras año. Alguien que está deprimido se enfrenta a una pérdida de placer o interés en las actividades y no es lo mismo que los cambios de humor. Todos los tenemos, pero cuando nos damos cuenta de que Dios nos salvó aun cuando todavía éramos malvados, pecadores impíos (Romanos 5:6-10), entonces podemos tener la perspectiva correcta de que Dios no está tratando con nosotros de acuerdo a nuestros pecados (Salmo 103:10-12). Merecemos Su ira, pero en cambio Él extiende Su misericordia a través de la confianza en Jesucristo.
Santos que lucharon contra la depresión
Hubo muchos que pasaron por una depresión severa al igual que nosotros. Muchos hombres piadosos enfrentaron la depresión. Hombres piadosos como Job (Libro de Job), Abraham (Génesis 15), Jeremías (Libro de Jeremías), Jonás (capítulo 4), el Rey Saúl (I Sam 16), Elías (I Reyes 19), e incluso el rey más grande que Israel haya tenido, el Rey David (Libro de los Salmos). Algunas depresiones pueden no provenir de una causa emocional. Puede ser que haya desequilibrios químicos cerebrales que son tratables. Otras veces la depresión puede ser causada por trastornos emocionales en la vida como la muerte de un hijo o cónyuge o la pérdida del trabajo o la pérdida de una casa debido a limitaciones financieras. Es muy importante saber que nuestras emociones no pueden cambiar nuestro estado de salvación. Podemos tener dudas y temores pero la Palabra de Dios es cierta y segura. Podemos depender de la naturaleza inmutable de Dios; nuestras emociones pueden cambiar de un día para otro, pero Dios nunca cambia (Heb 13:8, Malaquías 3:6). Su Palabra da al creyente mucha esperanza y tiene un poder real para animarnos.
Aprender a contentarse
Incluso el gigante espiritual apóstol Pablo luchó contra la depresión hasta el punto de desesperar de la vida (2 Cor 1:8), pero no se quedó allí. Tú tampoco necesitas quedarte en el fango y el fango de la depresión. Lo que Pablo hizo fue aprender a contentarse… el secreto de su contentamiento fue poner todo en el Señor y poner todo en perspectiva. Solo se puede aprender el contentamiento cuando las cosas van mal. Cuando todo va bien, estamos bien, pero cuando las circunstancias cambian, podemos caer fácilmente en la trampa de la depresión mental. Nunca encontramos a Pablo “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Filipenses 4:11). ¿Por qué? Pablo sabía “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.” (Filipenses 4:12), así que ¿cómo se las arregló para no estar totalmente deprimido? Dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13). No fue a través de métodos de autoayuda ni de consejeros mundanos como encontró ayuda, sino en la Palabra de Dios y en el Espíritu de Dios.
Depresión clínica
Tenemos que entender que la depresión a la que te enfrentas puede tener una causa física que no se base en emociones o problemas. En muchos casos, la depresión es tratable y hay ocasiones en las que debes consultar a un médico al respecto. Qué alentador puede ser depender de la naturaleza inmutable de Dios. Nuestras emociones pueden cambiar de un día para otro y no son confiables día tras día como lo son las preciosas promesas de Dios. Afortunadamente, Dios nunca cambia (Heb 13:8, Malaquías 3:6), aunque lo hagan nuestros sentimientos. La Palabra de Dios nos da mucha esperanza y la Biblia tiene un poder real para animarnos y ayudarnos a salir de esta depresión.
Aliento de la Palabra de Dios
Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, (Salmo 17:8)
Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto. (Salmo 27:5)
¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. (Salmo 36:7)
Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. (Salmo 63:7)
El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmo 91:1)
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. (Salmo 91:4)
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11)
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. (Josué 1:5)
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; (Hebreos 13:5)
Para concluir
Si todavía no eres salvo, entonces tienes toda la razón para estar deprimido y nunca encontrarás ninguna ayuda real en esta vida del mundo porque el mundo es parte del problema, pero ruego que hayas puesto tu confianza en Jesucristo. Si no, estás en verdadero peligro del fuego del infierno. Todos los que no son salvos están a un aliento, a un latido… a un accidente de la eternidad en el fuego del infierno donde será demasiado tarde para arrepentirse. Es por esto que la Biblia nos dice que hoy es el mejor día para creer (2 Cor 6:2) porque no tienes garantía de que mañana vendrá. Si Jesucristo viniera hoy, serías juzgado sin oportunidad de arrepentirte y ser salvado. Esta es una razón más por la que ruego que te arrepientas hoy y pongas tu confianza en el Salvador. De lo contrario, se enfrentará al juicio de Dios después de la muerte (Hebreos 9:27), o en la aparición de Jesucristo (Apocalipsis 20:12-15), que podría ocurrir en un abrir y cerrar de ojos.