Amados hermanos en la fe, hoy quiero hablarles sobre la importancia de interceder por nuestros hermanos. En (3 Juan 1:2) nos dice:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3 Juan 1:2)
En un mundo donde el egoísmo y la individualidad son la norma, debemos recordar que somos una comunidad de creyentes y que nuestra oración puede marcar la diferencia en la vida de aquellos que nos rodean.
El apóstol Juan nos enseña en su carta que debemos orar por la prosperidad y la salud de nuestros hermanos, así como por su bienestar espiritual. Cuando llevamos a nuestros hermanos ante el trono de Dios en oración, estamos demostrando nuestro amor y cuidado mutuo.
La oración es un acto poderoso que nos conecta con Dios. Cuando intercedemos por nuestros hermanos, los encomendamos al cuidado del Todopoderoso, quien puede sanar, restaurar y bendecir abundantemente. Debemos recordar que nuestras oraciones no solo tocan el cuerpo, sino también el alma, nutriéndola con la paz y la gracia divina.
Por eso, les invito a que dediquen tiempo a interceder por sus hermanos en la fe. Oremos por su prosperidad, salud y bienestar espiritual. Recordemos que somos una comunidad de creyentes llamados a amarnos y cuidarnos mutuamente. Juntos podemos marcar la diferencia en el mundo.
Que Dios les bendiga y les guarde siempre. Amén.