María de Magdala, una mujer judía cuyo origen se sitúa probablemente en la región de Magdala, experimentó la transformadora influencia de Jesús. Las Escrituras relatan que Jesús expulsó siete demonios que la afligían, marcando así el inicio de su devoción inquebrantable hacia él.
Antes de ese encuentro liberador, María Magdalena había vivido bajo la opresión demoníaca, pero el poder transformador de Jesús le otorgó una libertad completa. Desde ese momento, se convirtió en una seguidora ferviente, acompañándolo en sus viajes por pueblos y aldeas, colaborando activamente en su ministerio.
No estaba sola en su devoción; varias mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, se unieron a ella en su compromiso. Estas mujeres no solo eran seguidoras, sino colaboradoras activas, permaneciendo a su lado incluso en el doloroso momento de la crucifixión y observando dónde lo sepultaron.
Después del día de reposo, María Magdalena regresó a la tumba en compañía de otras seguidoras, con el propósito de ungir el cuerpo de Jesús. Al llegar, se encontraron con la tumba abierta y un ángel del Señor les anunció la resurrección de Jesús. Su misión era clara: informar a Pedro y a los discípulos sobre la vida renovada de Jesús.
Aunque inicialmente asustadas, María Magdalena y sus compañeras se alejaron del sepulcro, solo para ser testigos de un encuentro aún más sorprendente. Jesús resucitado se manifestó ante María Magdalena, quien, al principio, no lo reconoció, pensando que era el hortelano. Pero cuando Jesús la llamó por su nombre, ella comprendió que era él mismo.
María Magdalena no tardó en llevar la noticia a los discípulos: Jesús había resucitado y ella había sido testigo ocular de este milagro. Su experiencia destaca el cambio radical que puede experimentar una vida gracias al poder liberador de Jesús. Su ejemplo resuena como un testimonio de servicio fiel, nacido de un corazón agradecido.
¿Cuál era la relación entre María y Jesús?
La narrativa bíblica nos presenta a María Magdalena como una mujer liberada del poder del enemigo, quien, al encontrar a Jesús, decidió seguirlo fervientemente. Acompañada de otras mujeres, María Magdalena se sumó a los viajes de Jesús y sus discípulos, desempeñando un papel crucial al servirles y ofrecer su apoyo con los recursos disponibles. Es importante señalar que la Escritura no ofrece ningún indicio ni base que respalde la idea de una relación romántica entre María Magdalena y Jesús.
Antes de su encuentro con Jesús, es probable que María Magdalena haya enfrentado rechazo y sufrimiento debido a su condición. La transformación que experimentó al conocer a Jesús le dio un nuevo sentido y propósito a su vida. Sin embargo, su servicio no fue singular; se unió a otras mujeres en el grupo que compartían la misma dedicación. Juntas, servían a Jesús y a sus discípulos, absorbían sus enseñanzas y eran testigos de su poder manifestándose en cada lugar que visitaban.
Es crucial destacar que María Magdalena no debe ser confundida con la hermana de Lázaro ni con la mujer que vertió perfume a los pies de Jesús según Lucas 7:36-50. En la época bíblica, el nombre María era sumamente común, y la Biblia menciona varias mujeres con este nombre en relación con Jesús. Cada una de ellas es relevante, ya que Dios ama y valora a cada ser humano de manera única.