Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14:29-31)
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)
S.O.S. es la señal internacional lanzada por marineros en peligro. A esta señal se atribuye el siguiente significado: <>. Es empleada cuando uno ha perdido toda esperanza de salir bien de un apuro por sus propios medios y se remite a alguien para su supervivencia.
Existen S.O.S. en situaciones de angustia de nuestro mundo y también los S.O.S espirituales. En efecto, cada uno sigue un camino que acaba en la muerte. Al vivir sin Dios el ser humano olvida la perdición eterna. Nadie puede escapar de ella por sí mismo. Por eso Dios espera la señal S.O.S de aquel que reconoce la necesidad de una intervención exterior, es decir, la intervención divina.
Cuando el apóstol Pedro empezaba a hundirse en medio de las olas del mar de Galilea, clamó a Jesús, diciendo: “Señor, sálvame”. E inmediatamente tuvo a su alcance la mano de Jesús extendida hacia él.
El que lanza un S.O.S no discute sobre los medios utilizados por los salvadores. Acepta con agradecimiento todo lo que se hace para socorrerlo.
Aún hoy Jesús quiere ayudar al que desde el fondo de su desesperación, de su tristeza o de su rebeldía se vuelve a él para ser perdonado, comprendido, amable y consolado. Él es el Salvador, no existe otro.