Pastor Héctor Salcedo – El peligro de la auto-justicia

Hoy ha predicado en la IBI el pastor Héctor Salcedo Llibre sobre el pasaje de la parábola del fariseo y el publicano narrado en el Evangelio de Lucas, capítulo 18, versículos del 9 al 14, titulando su mensaje El peligro de la auto-justicia.

Se conoce al evangelista Lucas como médico e historiador judío que acompañaba al apóstol Pablo en muchos de sus viajes misioneros. La tradición reconoce que Lucas nació en Antioquia, perteneciente a la antigua Turquía, y además de su evangelio escribió el libro de Los Hechos De Los Apóstoles. Este evangelio parece tener el propósito de superar las muchas narraciones defectuosas y no auténticas que estaban circulando sobre la vida de Jesús, y para dar un relato genuino e inspirado de la vida, milagros y doctrinas de nuestro Señor, aprendidas directamente de los que oyeron y presenciaron sus sermones y milagros, incluyendo a María, la madre de Jesús.

El uso de parábolas es muy común en las conversaciones de Jesús, las usaba para enseñar el reino de los cielos a través de experiencias naturales y terrenales. Esta parábola que se narra en estos versículos era para convencer algunos que confiaban en sí mismos como justos y despreciaban al prójimo. Lo que dijo el fariseo demuestra que él tenía confianza en sí mismo de ser justo, estaba lleno de sí mismo y de su propia bondad; no pensaba que valía la pena pedir el favor y la gracia de Dios. La oración del publicano estaba llena de humildad y de arrepentimiento por el pecado y deseo de Dios. Su oración fue breve, pero con un objetivo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Se reconoció pecador por naturaleza y costumbre, culpable ante Dios.

A pesar de que muchas personas piensan que el tema central de esta parábola es la oración, por la presentación de dos oraciones, no es así, ya que lo importante, el final, es la justficación. Esta historia trata de la intención del corazón de los que oran. Esta parábola está dirigida a gente que piensa que es justa por sí mismo, y también a aquellos que se reconocen como pecadores. Por lo tanto, la parábola se trata de la justificación.
Uno de los conceptos más importante para entender el cristianismo es la justificación. Lutero se convierte y crea la reforma cuando en Romanos entiende el tema de la justificación. Que es el acto mediante el cual Dios nos hace justos en base al sacrificio de Jesús y su vida nos es aplicada a nosotros.

Dios ve con qué disposición y propósito vamos a Él. Cuidémosno de presentar oraciones orgullosas al Señor y de despreciar al prójimo. La justificación es de Dios en Cristo; por tanto, el que se condena a sí mismo, no el que se justifica a sí mismo, es justificado ante Dios.

Cuando venimos a Cristo no somos justos, pero Dios toma la vida de Cristo y nos la acredita a nuestra vida, y por eso somos aceptados por Dios. La justificación es la declaración de Dios del perdón de nuestros pecados y nos imputa la vida de Cristo como si nosotros la hubiéramos vivido igual.

Nacemos y vivimos enemistados de Dios. Queremos hacer y satisfacer nuestros deseos alejados de Dios, y sin la misericordia de Dios es imposible eliminar ese pecado que nos condena.

Esta parábola tiene dos componentes. Por un lado el fariseo, que es un hombre decente, humanamente hablando, cumple con las leyes terrenales y religiosas. Por otro lado tenemos al recaudador de impuestos, despreciados en la cultura judía, pero reconocía en su corazón su pecado y su maldad, y por eso pedía perdón a Dios.

El fariseo creía que por su conducta y obras sería justificado, pero estaba equivocado.
Ese es el peligro de la auto-justicia. Me aleja de la gracia de Dios. El publicano era completamente diferente, se consideraba indigno de acercarse a Dios. Por eso reconocía su necesidad de Dios, y clamaba por Su misericordia. Esa actitud sincera lo justificó ante Dios.

Si la justificación y salvación fuera producto de nuestras obras y conducta, la venida de Cristo fue en vano. Pero solo hay un camino para llegar a Dios, y es a través de la fe en Cristo.

La justificación es el escándalo del evangelio, porque Dios justifica al impío. Esto hace cambiar mi estilo de vida y cuando soy justificado por Dios, empieza el proceso de la santificación, siempre guiado por Dios. Y sólo se es justificado a través de la fe en Cristo. Por eso el justo por fe vivirá. Y es solo por la gracia y misericordia de Dios, y no por las obras que pueda realizar para que no pueda gloriarme. Las únicas obras que se reconocen para nuestra justificación, son las realizadas por Cristo.

Cuidado con el peligros de la auto-justicia. Cuidado de creer que podemos llegar a Dios por nuestras obras y conducta. Que Dios nos de luz para entender Su mensaje. Bendiciones.

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