Si alguien enseña ideas extrañas y no está de acuerdo con la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, ni con lo que enseña nuestra religión, es un orgulloso que no sabe nada. Discutir es en él como una enfermedad; y de ahí vienen envidias, discordias, insultos, desconfianzas y peleas sin fin entre gente que tiene la mente pervertida y no conoce la verdad, y que toma la religión por una fuente de riqueza. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; si tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en tentación como en una trampa y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en ruina y condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males, y hay quienes por codicia se han desviado de la fe y se han causado sufrimientos terribles. Pero tú, hombre, mujer de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de humildad de corazón. Pelea la buena batalla de la fe, no dejes que el propósito de Dios para tu vida se desvanezca.
EL DINERO Y LA BIBLIA- Armando Alducin
9 años ago
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