LA CONFESIÓN Y LA LIMPIEZA DEL PECADO – Armando Alducin

Jesús en el huerto de Getsemaní, dijo al Padre: “Si es posible pase de mí esta copa”. ¿Habría otra manera en la que la humanidad pudiera salvarse? Desde el Antiguo Testamento estaba estipulado que sin derramamiento de sangre no habría remisión de pecados. Dios como soberano legislador de la moral lo estipuló así. Solo la sangre de Cristo puede perdonar nuestros pecados y para mantener nuestra comunión con Dios debemos confesar, reconocer nuestro pecado delante de Él y así mantener limpia nuestra vida diaria.
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