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Una de las mejores acusaciones al cristianismo la podemos encontrar en este pasaje de las Escrituras (Hechos 17.6)
“Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá”
Esta acusación puede resumir el ministerio del apóstol Pablo. Podemos notar en el libro de Hechos que la predicación de Pablo siempre, siempre provocaba una reacción. Nunca vemos que Pablo vaya a una ciudad y predique el evangelio y todos estén con cierta indiferencia y no haya efecto o muestren algún tipo de empatía, sino que siempre hay una reacción negativa y hostil, de parte de todos los que le escuchaban.
En pocas palabras para resumir esto, podemos decir, que donde Pablo el apóstol estaba, cosas pasaban. Sabias que él estaba ahí o estuvo ahí, se podía rastrear el camino por donde él iba, solamente al ver las ciudades trastornadas.
Un ejemplo de esto puede ser Leonard Ravenhill, se dice de él que aunque no concordaban algunos hombres con algunas doctrinas que él tenía, aun así, él era un hombre peligroso.
La iglesia a través de la historia a tenido hombres y mujeres peligrosos, que son cristianos que donde sea que están pasa algo, no se pueden quedar las cosas igual. Ciertamente no comparten las mismas cosas con el mundo, no comparten los mismo gustos con el mundo, no comparten nada de este mundo y mucho menos los placeres de este mundo (1 Juan 2.15-17) Porque Cristo en ellos, como en el apóstol Pablo, los hacía peligrosos al mundo y el mundo los aborrecía.
¿Se puede decir de ti que eres un hombre peligroso?
¿El reino de las tinieblas puede verdaderamente conocer que tu causas peligro al avance de su reino? Si no es así, tenemos que correr a buscar al Señor para que obre de tal forma en nuestras vidas, y sea reflejado en nuestras vidas diarias, y que salimos a este mundo no para ser del mundo, sino para causar un trastorno peligroso para la gloria de Dios y muchos sean ganados a Cristo.
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