Anhelo de Dios

Esta oración es acerca de un anhelo. El salmista se levanta temprano por la mañana y está sediento pero no es sed de agua. Está sediento de Dios, que es lo primero que quiere en la mañana.

 

En su vida espiritual es como un peregrino en el desierto que desea algo de beber. En realidad, David estaba en el desierto cuando escribió este salmo, escondiéndose pero anhelante de regresar a Jerusalén donde pudiera adorar. Él era como el ciervo en las colinas del desierto del Salmo 42:1: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, o Dios, el alma mía”.


 

Ese es el corazón jadeante, el corazón sediento, el  corazón hambriento que solo puede satisfacerse con la presencia y el poder de Dios. ¿Qué quería ver? Quería ver el poder de Dios manifestado en su vida, la gloria de Dios revelada en la adoración. Quería experimentar la misericordia de Dios, la misericordia y la gracia de Dios, para poder ofrecer alabanza. Esa era la prioridad en la vida de David.

¿Cuál es su anhelo en la vida? ¿Qué ansía en la tranquilidad de la noche y al levantarse por la mañana? ¿Alguien a quien amar, éxito en alguna medida, un auto nuevo o una nueva casa? Si fuera a escribir en este mismo instante las tres cosas que más desea, ¿estaría el conocer a Dios como primer deseo en la lista? Es apóstol Pablo podía decir: “a fin de conocerle” (Fil. 3:10). Su oración por los efesios era que pudieran crecer en el conocimiento de Dios (Ef. 1:17). ¿Es eso lo que desea para usted?

Que sea esta nuestra oración: O, Dios, eres tú lo que deseo. Te deseo en mi vida. Me siento reseco y sediento, Me siento débil y solo. Necesito tu poder, tu gloria, tu misericordia. Esto significa para mí más que la propia vida, y deseo alabarte.

Salmo 63:1-3

           Dios, Dios mío eres tú;

               De madrugada te buscaré;
                                 Mi alma tiene sed de ti,                      

   Mi carne te anhela,

                  En tierra seca y árida      

                   Donde no hay aguas,     

                        Para ver tu poder y tu gloria,

                        así como te he mirado en el santuario.

                        Porque mejor es tu misericordia que la vida;

                        Mis labios te alabarán

 

Extraído del libro, “El corazón de la Biblia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.