El hombre con su intelecto,
¿hasta dónde irá a parar?
Busca un camino más recto
que nunca llega a encontrar.
En su afán de descubrir
difrentes soluciones,
sólo alcanza a sucumbir
ante sus mismas pasiones.
No es capaz de dar un paso
sin tropezar y caer.
Y tampoco su fracaso
quiere al fin reconocer.
Confía en su inteligencia.
Usa la humana razón,
dando a través de la ciencia
respuestas sin convicción.
Tan fácil como sería
admitir con humildad
la inmensa sabiduría
del Dios de la inmensidad.
Pero su orgullo le ciega;
y así vive obsesionado,
buscando una sola prueba
para mantenerse inflado.
Deja tu necia arrogancia.
Mira a Dios sencillamente.
Verás qué poca importancia
tiene el fruto de tu mente.
Es más sencillo admitir
que existe un Ser Creador
al que debes tu existir.
Un Dios sabio que es Amor.
Reconoce Su Presencia
en todo el bien que tú admiras.
Ríndete ante la evidencia
que si vives … si respiras …
Es gracias a sus cuidados,
y a su sabia protección.
Busca a ese Dios humillado,
y tendrás Su Salvación.
Humillante y reverente
accede a Él sin protestas.
Verás que es muy diferente
la paz que inunda al creyente
que en Dios busca la respuesta.
POR – Daniel Nuño