Cuando haya quien te envidie, bate palmas:
la envidia es un termómetro que lleva
nota fiel de los grados que se eleva
tu alma por encima de otras almas.
No desciende la envidia de la nube:
viene de abajo y nulidad indica.
¡El cieno nunca sube
sino cuando salpica!
Si envidian tu carácter o tu ciencia,
de seguro se sienten inferiores
los que te hacen merced de sus rencores:
¡La envidia es impotencia!
Fía tu causa a Dios, prosigue ufano
tu camino y recuerda mientras subes:
¡Del vaho pestilente del pantano
fabrica Dios la gasa de las nubes!
Por – Gonzalo Baez Camargo