Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro. (Isaías 25:4)
“El siervo suspira por la sombra”, dice la Biblia (Job 7:2). El obrero que trabaja bajo el calor abrumador de los meses de verano aprecia un rincón de sombra para descansar y hallar un poco de frescor. Antes de llegar a ser rey, David, rechazado y perseguido en el desierto de Judá, comprueba la hostilidad del lugar: “Tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1).
¿Buscó un alivio físico, por más que le apeteciese? No, era su alma la que tenía sed; él buscaba un refugio moral, y lo hallo en Dios, a quien dijo: “Has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré” (v.7); en ese refugio puedo apreciar la bondad de Dios.
En las dificultades y las pruebas de la vida es necesario que busquemos esa sombra para hallar el reposo y el refrigerio para nuestra alma.El profeta Isaías escribe: “Será aquel varón como escondedero contra el viento… como sombras de gran peñasco en tierra calurosa” (Isaías 32:2).
Estas palabras del profeta nos presentan al hijo de Dios, quién vino a la tierra para participar de nuestra condición. Él paso por el cansancio, el hambre, la sed y los sufrimientos, por lo tanto puede comprender perfectamente nuestras necesidades; y cómo es Dios, puede satisfacerlas.
Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, (Salmos 17:8)
El que habita al abrigo del Altísimo. Morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91:1)