Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (Efesios 5:1-8)
Un soldado del ejército de Alejandro Magno se había hecho notar por su falta de coraje. Se le veía más a menudo a la retaguardia que en primera fila. Le fue hecha notar esta circunstancia el célebre conquistador, quien le mandó llamar y le pregunto:
-¿Cómo te llamas?
-Alejandro .-contesto el soldado.
el general de miro a los ojos y le dijo:
Pasa al ataque y pelea… o cambia de nombre.
“Amados, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3:2). Porqué creimos, Dios nos dio derecho a este título (Juan1:12). No existe en este mundo un nombre más glorioso que esté. La pregunta que se formula respecto de cada uno de nosotros es saber si nuestra conducta concuerda con el título que llevamos.¿Hay incredulidad en nuestros corazones? ¿Relajamiento en nuestra conducta? ¿Falta de amor hacia nuestros semejantes? ¿Carencia de interés por las cosas de Dios y demasiado apego a las de la Tierra? Entonces, recapacitemos.
“Somos hijos de dios… herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17).Nobleza obliga.Llevamos un nombre, el de cristiano, el que nos impone un comportamiento digno de Cristo. Omnipotente padre dios,
danos la fe que de valor
para enfrentarnos con el mal,
que el que al mundo entero ejemplo dio
de sacrificio y de alta.