Se podría hacer en este momento la pregunta: “¿Precisamente a qué se refiere usted cuando habla de emociones?” Mi respuesta sería la siguiente: “Las emociones son las actuaciones enérgicas e intensas de las inclinaciones y la voluntad del alma.”
Dios ha dado al alma humana dos capacidades centrales. La primera es entendimiento a través del cual examinamos y juzgamos las cosas. La segunda capacidad nos permite observar las cosas, no como espectadores indiferentes, sino como quienes, agradados o no agradados, gustando o no gustando, las aprobamos o rechazamos. A veces llamamos a esta segunda capacidad inclinación. En su relación a nuestras decisiones, solemos llamarla la voluntad. Cuando la mente ejerce su inclinación o voluntad, nos es común referirnos a la mente como el corazón. Las capacidades del alma son, pues, las del entendimiento, y de la voluntad para responder a aquello que entiende.
Hay dos maneras en las cuales los seres humanos respondemos con nuestras voluntades:
- Podemos acercarnos a las cosas que vemos, gustando de ellas y aprobándolas.
- Podemos alejarnos de las cosas que vemos, y rechazarlas. Estos actos de la voluntad, claro, difieren grandemente en grado de intensidad. Hay inclinaciones de gusto o disgusto que apenas logran movernos de una total apatía. Hay otras en que el gusto o el disgusto es más fuerte hasta el punto de ser tan fuerte que nos lleva a actuar con propósito y energía.
A estas actuaciones enérgicas e intensas de la voluntad llamaremos “emociones”.
Por: Jonathan Edwards